Una gran fe – Rebecca Otte, JDPSN

Una gran fe significa tener confianza en que las cosas son como deben ser. Es fácil tener fe cuando las cosas van bien, eres feliz, acabas de resolver el kong-an, o quizá después de un retiro, cuando todos nos sentimos conectados con otros meditadores y mostramos nuestra gratitud. Pero, ¿qué hay de tener la confianza de que todo es como debe ser cuando estás fregando los platos? ¿Qué hay de tener la confianza de que las cosas son como deberían ser cuando muere tu mejor amigo o cuando se te pincha una rueda? ¿Y tener confianza en que las cosas son como deberían ser cuando tienes sesenta y cinco años y tus rodillas ya no funcionan?

Buda tenía razón: todo lleva la marca del sufrimiento, duhkha, la insatisfacción con la forma en que son las cosas. ¿Cómo podemos tener fe en medio de nuestro sufrimiento, del sufrimiento de los demás y del sufrimiento del planeta?

Hay una historia sobre una maestra, Dipa Ma, y una de sus estudiantes. Estaban en un avión que sufría turbulencias tan fuertes que los pasajeros temblaban. Durante un temblor especialmente fuerte, su estudiante gritó. Dipa Ma se acercó al otro lado del pasillo, le cogió la mano y le dijo en voz muy baja: «Las hijas de Buda no tienen miedo». Eso me gustó mucho. En el Sutra del Corazón se dice: «La mente no es un obstáculo. Sin obstáculos no hay miedos». Las hijas de Buda no tienen miedo. Es confiar en que las cosas son como deben ser. El maestro zen Seung Sahn decía que lo más importante que puedes hacer es encontrar la única cosa pura y clara; entonces, aunque el mundo explote mañana, esa única cosa pura y clara no se verá afectada en lo más mínimo. Dipa Ma supo en ese momento que aunque el avión se estrellara, todo iría bien. Ese tipo de ecuanimidad, ¿sabes? La confianza en que las cosas son como deben ser te permite aceptar cualquier cosa que se te ponga por delante sin juzgar y con serenidad.

Rebecca Otte, JDPSN
Charla darma del Inka